Fatiga de sí

Es habitual escuchar frases como «me quiero morir», «quisiera desaparecer», o «irme lejos». A veces las decimos nosotros, a veces otros. Nos inquietan porque rozan el umbral de lo autodestructivo, pero no siempre van por ahí. Más bien, hay en ellas una angustia que no apunta tanto a dejar de vivir, sino a dejar de ser lo que uno es. A dejar de responder a formas de vida que ya no sentimos propias, que se han vuelto ajenas o impuestas.

A veces, lo que deseamos no es la muerte, sino que ciertos roles expiren. Dejar de ser el fuerte, la disponible, el eficiente, el que aguanta. Alejarse para respirar. Para recuperar algo perdido o desconocido de uno mismo. En ocasiones, solo así —enfermando, cansándonos hasta el límite— logramos darnos una especie de "licencia" para parar de ser.

¿No es acaso también eso lo que buscamos en las vacaciones o en los viajes? ¿Un descanso del yo, aunque sea momentáneo?